El té blanco se compone de hojas de té jóvenes de primavera que se cultivan tradicionalmente en la provincia de Fujian de China. El té seco es conocido por sus pequeñas hojas marchitas y brotes que se ven ligeramente borrosos. Cuando se elabora, es típicamente de color dorado claro con una fragancia floral. Dependiendo del tipo de té blanco, el sabor puede variar de amaderado a dulce a floral con notas ligeras y afrutadas. Cuando se elabora correctamente, suele ser menos amargo y asertivo que el té negro.
Cómo beber té blanco El té blanco debe prepararse a una temperatura relativamente baja para mantener las características frescas del té. Use agua limpia y pura (no destilada) que aún no esté hirviendo, idealmente de 175 a 190 F. Tenga en cuenta que el agua hierve a 212 F, por lo que el agua debe estar caliente pero no muy hirviendo. La mayoría de los tés blancos deberán remojarse durante tan solo un minuto o hasta cinco minutos. Algunas variedades se volverán astringentes y amargas si se dejan reposar durante demasiado tiempo, o se preparan con agua demasiado caliente. La cantidad de té necesaria dependerá de las hojas: si la mezcla es en gran parte cogollos compactos, entonces tan solo una cucharadita para una taza de ocho onzas será suficiente. Si el té está compuesto de hojas abiertas y livianas, use más cerca de una cucharada por taza. Pruebe el té antes de agregar azúcar u otros ingredientes, es probable que no lo necesite.